LA CASTA
La casta
corresponde al genotipo del toro, es decir, a la constitución orgánica, la
estructura y la funcionalidad de cada animal y comprende todos los factores
hereditarios de sus ascendientes. Se dice que un toro tiene casta cuando posee
o demuestra procedencia brava reconocida. Se dice de un torero que tiene casta
cuando destaca por su pundonor profesional y se enfrenta con resolución a las
dificultades que plantean los animales y a los intentos de superación de sus
compañeros de terna. Las labores de cruce y selección de los ganaderos del
siglo XVIII permitieron establecer un reducido número de castas bravas de
características definidas, que son las denominadas castas fundacionales.
Todas
las ganaderías de ganado bravo de Europa y América tienen su raíz en las
conocidas como castas fundacionales.
Lógicamente
se ha producido una evolución en esta especie: algunas de las castas se han
extinguido con el pasar del tiempo, esencialmente por sus características
físicas, y han dado paso a que la crianza de otras se generalice
Cinco
son las castas fundamentales, coinciden la mayoría de investigadores, en las
cuales tienen su raíz todas las demás
Casta navarra: La
procedencia de estas reses, que en siglo pasado gozaron de un merecidísimo
prestigio, se pierde en la más remota antigüedad, aunque parece claro que
provenía de las distintas vacadas que pastaban en las montañas de Navarra. De
todas las vacadas navarras, ninguna llegó a igualar a la del banquero D.
Nazario Carriquiri. Eran toros de pequeño tamaño, colorados, ágiles, duros como
rocas y de una bravura indomable. Tienen la cabeza pequeña, son chatos, tienen
los ojos grandes y saltones, cuello corto y ancho y cuerpo pequeño. En la
actualidad existe un numero muy reducido de vacas de esta casta.
Casta jijona: Dicen los
historiadores que en La Mancha ,
en los agrestes Montes de Toledo, pastaban manadas de ganado vacuno en estado
salvaje, y que al comienzo del siglo XVII, D. Juan Sánchez Jijón trasladó
muchas de estas reses a Villarubia de Ojos, de donde era vecino, y que mediante
una esmerada selección consiguió hacer una ganadería brava, la que llegó a
gozar de gran renombre. Eran toros de gran tamaño y astas muy desarrolladas,
pero su principal característica era el pelo colorado encendido, por lo que a
los toros de esta pinta se les denomina jijones. Fue muy famosa esta casta
hasta finales del siglo XIX, en que empezó a declinar debido a sus numerosos
cruces.
Casta cabrera: Se ignora de
donde procedían estos toros, aunque distintas fuentes apuntan a los campos de
Tarifa. Los toros de Cabrera eran de gran alzada, largos, agalgados y por lo
tanto de mucho peso; con defensas desarrolladas, ágiles en la lidia y de mucha
bravura. El fundador de la vacada de estas reses cabrereñas fue D. Luis Antonio
Cabrera, en Utrera (Sevilla) hacia el año 1730. En 1850 D. Juan Miura adquirió
un gran número de vacas y machos cabrereños. Es por esto que donde hoy se
conserva con más pureza la
Casta Cabrera es en
la ganadería de Miura, donde siguen
predominando los toros agalgados, de cuello largo y flexible, y gran alzada.
Casta vazqueña: Con reses de
procedencia desconocida, fundó esta casta allá por 1750, D. Gregorio Vázquez,
en Utrera (Sevilla). Años después se agregaron reses de Cabrera, que le
proporcionaron tamaño y peso. A la muerte de D. Gregorio, su hijo se da cuenta
que a su ganadería le faltan las características que debe tener un toro de
lidia: bravura y nobleza. Tras
numerosas odiseas, decide mezclar su ganadería con la del Conde de
Vistahermosa, ganadería de reciente creación pero poseedora de las
características que le faltaban a la suya. El señor Vázquez logró que el Conde
de Vistahermosa le entregase vacas y machos, que proporcionaron el fruto
apetecido. Así, la Vazqueña ,
junto con la Cabrera
y Vistahermosa formaron el trío de castas que acapararon la atención del
público. Los pelos y tipos de la vacada son variados, debido a la cantidad de
sangres que participaron en su formación. En general son toros anchos, de muy
bonitas hechuras y muy bien encornados. En 1830, a la muerte de D.
Vicente José Vázquez, la ganadería se disgrega, adquiriendo el rey Fernando VII
la parte más numerosa, que trasladó desde Utrera (Sevilla) hasta Aranjuez
(Madrid). Al fallecer el rey en 1833, la real vacada es cedida al Duque de
Veragua, quien efectuó cruces con toros jijones. El resto de la ganadería de
Vázquez fue adquirida por otros ganaderos y dieron lugar a varias de gran
renombre.
Casta vistahermosa: Fundada por el Conde
de Vistahermosa, quien compró a unos ricos labradores de Dos Hermanas (Sevilla)
en 1772 el ganado que poseían. Es la casta que mayores y mejores resultados ha
dado. De ella proceden la casi totalidad de las ganaderías de toros bravos
actuales, con las que se han llegado a formar distintas estirpes (cosa que no
ha pasado con ninguna otra) como son las de Murube,
Saltillo, Parladé y Santa Coloma,
que si bien proceden de la misma rama son morfológicamente diferentes entre sí.
Estos toros daban excelentes resultados en todos los tercios de la lidia. Finos
de hechuras, de buena y proporcionada cornamenta, bravísimos, ligeros y de gran
nobleza. En 1821 esta ganadería fue vendida en cinco lotes.
EL TRAPÍO
El trapío de un toro de lidia es el conjunto de
rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple vista. Existe un
riquísimo vocabulario taurino para designar los diferentes aspectos de la
morfología y comportamiento del toro. Se dice que un toro tiene trapío cuando
reúne las cualidades físicas y la presencia necesaria para la lidia. Según
Pedraza Jiménez, los principales rasgos morfológicos para determinar el trapío
de un toro son:
- Tamaño
y peso.
- Estatura.
- Conformación
del tronco.
- Conformación
de las extremidades.
- Conformación
de la cabeza y el cuello.
- Conformación
de la cornamenta.
- Piel,
pelo y capa.
TIPOS, HECHURAS, CAPAS Y PINTAS
Los toros bravos se clasifican de acuerdo a
constantes muy diferentes y a baremos que afectan a muchas de sus
características zootécnicas, que han dado origen a una riquísima nomenclatura
creada, a lo largo de los siglos, por los vaqueros y mayorales de las
ganaderías.
Así por su tamaño, por su estampa, por la forma y
disposición de la cabeza y la cuerna o por la disposición y tamaño de la cola.
Asimismo se reconocen distintos pelos denominados capas o pintas que nombran
los pelajes simples o mixtos, así como las particularidades en la cabeza, los
ojos y las extremidades.
La apreciación del tamaño del toro, y no de su
trapío, es algo relativo y subjetivo porque depende de muchos factores y no se
puede medir como en otro animal cualquiera.
Antes de comentar algunos de los factores que
intervienen en la apreciación del tamaño, es preciso decir que es ciertamente
difícil preparar una corrida para que los espectadores y aficionados no pongan
reparos a su presentación. Es muy difícil preparar una corrida pareja,
igualada, porque el toro en el campo tiene muchas vistas, muchas actitudes que
dependen de los factores anunciados y que a continuación vamos a analizar.
El toro en el campo
1.- El pelo. Los pelos, las capas
negras hacen que los toros parezcan más pequeños porque no rompen su silueta
contra la luz del sol. En cambio, las capas claras hacen que los toros parezcan
mayores de lo que son por el efecto óptico al difuminarse su color con la luz
del sol.
2.- La
gordura.
Los toros gordos parecen más grandes porque, inconscientemente, las personas
que los ven confunden la gordura con el tamaño.
3.- La cara. Este factor es el que más
confunde, el que más interesa y más se relaciona. Cuando un toro infunde
respeto, da la impresión de estar más cuajado, más hecho, de ser más toro y en
definitiva de ser más grande. El respeto de un toro está en función y deriva de
tres factores: la forma de la cara, su expresión y la encornadura. Los que más
aparentan son los de cara corta y ancha, de forma triangular y acarnerada, con
el hocico remetido hacia adentro. Infunden menos respeto los de cara larga y
estrecha. La expresión la da la
mirada, que puede ser agresiva, dulce, apacible. Cuando la mirada es seria hace
aparentar más edad. La encornadura
tiene una importancia excepcional y no hay mejor adorno para el toro que una
buena cabeza. Aunque el toro sea bonito, si la encornadura es fea, el conjunto
se desgracia y afea completamente. Aparentan más los veletos, cornivueltos,
apretados arriba o los brochos. Y aparentan menos los muy abiertos, los gachos
y los bizcos. Los toros delgados, o muy delgados, aparentan más cuerna. Y
aparentan más cuanto más delgados son; en cambio los gordos aparentan al revés,
y por supuesto los cornicortos.
4.- Las
hechuras.
Están relacionadas con la gordura y con el tamaño; o sea, con la conformación
muscular y con la localización de las adiposidades. Llena más el ojo el toro
aleonado, aunque sea almendrado, o "culipollo".
5.- La
longitud de las extremidades. Es un carácter interesantísimo para calificar el
tamaño de un toro; hay que fijarse muy bien si un toro es pequeño porque
efectivamente lo es, o porque lo parece al ser más bajo de agujas. Aquí están
los murubes y santacolomas. El tipo y la finura suelen corresponder a toros
terciados, o que son francamente pequeños, pero esto no es raro porque
significa una depuración de la especie.
6. El
temperamento.
También influye en la apreciación del tamaño, generalmente para confundir,
porque no es igual el toro que se alegra, que se estira, que se engalla, que
amaga, que ese otro que está tranquilo, que anda despacioso, que no hace caso,
que anda encogido. El primero parecerá siempre más toro que el segundo.
Todo esto referido al toro en el campo y aún hay
que decir que el ganadero también tiene sus trucos para que los toros abulten
más, como es el colocarlos en un lugar más alto, en un lugar despejado, sin
hierba alta, sin ningún objeto que sirva de referencia. También prefieren
enseñarlos cuando están bien comidos, después de beber, cuando les da el sol de
lleno y como cada maestrillo tiene su librillo, pues además de lo dicho cada
ganadero tiene su cartilla, sus maneras, sus formas.
El toro en los corrales
También
influye el pelo, el tipo, el respeto, las hechuras, la alegría, la gordura...
Aquí
influyen las circunstancias del lugar, porque en los corrales los toros
aparentan mucho menos que en el campo. Y esto ocurre porque como en los
corrales se ven con mucha más comodidad que en el campo, pues parecen una
manada de burros. Además en los corrales han perdido la prestancia que tienen
en el campo, porque se le ve encogidos, acobardados, y además de esto el viaje
les influye muchísimo y los estropea a pesar, o quizá por eso mismo, de los
tranquilizantes.
En los corrales se aprecia muy bien si la corrida
está igualada porque es fácil entrever cuáles son los más grandes, pero siempre
dentro de la dificultad que entraña calificar a un toro de grande o pequeño.
El toro en el ruedo
También
influyen, y mucho, la capa, el tipo, las hechuras, la seriedad, la encornadura
y el ser más o menos zancudo.
En la
plaza también se producen cambios en la estimación del tamaño del toro, porque
no es lo mismo la estimación que hacemos a su salida que la estimación que
hacemos más adelante en el transcurso de la lidia.
Aunque
no lo queramos reconocer, es así de cierto: hay varias estimaciones y sobre
todo al barbear las tablas se nos hace más pequeño. Y es que, efectivamente, el
toro se nos va achicando a lo largo de la lidia porque va humillando y
perdiendo prestancia, pero no tamaño.
Todas
estas apreciaciones se olvidan y se absuelve al toro de escasa presencia si es
bravo y se mueve. Y además es lógico que así sea, porque en la bravura se apoya
la razón de ser de la Fiesta ,
aunque para que la bravura se manifieste en toda su intensidad debe ir
soportada por el poder, que es lo primero que debemos exigir al toro, y que es
la característica por la cual el toro resiste la lucha hasta el final y que se
adquiere con la edad, con la alimentación y con la gimnástica funcional.
Buenas tardes
ResponderEliminarEstimados señores
Nosotros somos la unidad de televisión de la escuela de Medios para el Desarrollo de la Facultad de Ciencias de la comunicación de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, creamos contenido con el fin de sensibilizar, hacer memoria y transformar realidades sociales. Nos encontramos realizando la serie "Deja tu huella en el ambiente" de la Universidad de Ciencias Aplicadas y ambientales UDCA que se utiliza como material pedagógico y se emite en el canal Universitario Nacional ZOOM sin ánimo de lucro.
Uno de los capítulos en los que nos encontramos trabajando desde la facultad de Ciencias Agropecuarias, es sobre lo que siente y sufre el toro de lidia desde que es llevado a la faena y con una mirada científica aporta elementos para interpretar y entender el dolor y sufrimiento del toro antes de morir en el ruedo. Para esto hemos tenido la oportunidad de realizar varias entrevistas a expertos especialistas del tema pero para contextualizar este discurso queremos solicitar su colaboración con imágenes de corridas de toros y de toros de Lidia que ustedes consideren podamos usar. Como mencioné el producto final es sin ánimo de lucro y otorgaremos los correspondientes créditos.
Quedo atento a su amable información.
Cordial saludo,
Mauricio Pérez Trujillo
cell: 3004689317
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